Entre 1998 y 2004 el Volcán de Fuego de Colima presentó una crisis volcánica que amenazó a las poblaciones asentadas a sus alrededores. A esto se sumó una crisis comunicativa cuando en 1998 el volcán presentó signos de actividad y algunos científicos realizaron evaluaciones con pronósticos de que en días siguientes habría una erupción volcánica.
“Esta historia es un icono de la ciencia porque con un margen de dos días los científicos atinaron a la presencia de dicha erupción, lo cual fue un éxito para la comunidad científica”, señaló Marco Antonio Miramontes, académico del Instituto de Geografía (IGg), durante su charla Discutir, disputar o controvertir. ¿Cómo comunicar el riesgo de desastres en situaciones polémicas?
Con el paso del tiempo la situación cambió debido a que continuó la actividad volcánica y se propusieron más evacuaciones. Hasta el año 2004 se sumaron siete evacuaciones, sólo una resultó exitosa y el resto se consideraron falsas alarmas. Incluso la última evacuación no se realizó porque la población ya tenía cierta desconfianza hacia los pronósticos científicos y a los aparatos gubernamentales que operaban. Y bajo estos escenarios surge la interrogante sobre ¿qué comunicar? cuando existen diferencias de parámetros entre la comunidad científica.
¿Qué comunicar?
El estudio de la comunicación de riesgos ha evolucionado, al respecto Marco Miramontes, titular de la Unidad de Comunicación del IGg, explicó que en México el modelo más conocido es la divulgación de la ciencia, que se refiere a la recreación del conocimiento científico dirigido a un público voluntario a través de diversos medios a partir de una contextualización del conocimiento.
Con el tiempo han surgido otras propuestas como la de Aline Guevara, académica del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, que sugiere llamarla Modelos de Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología Informacional (CPCTI) en la cual el científico o divulgador primero atiende el componente de brindar información científica al público.
Sin embargo, la CPCTI no es el único pacto posible entre ciencia y sociedad para la gestión de riesgos de desastres y la atención de emergencias, ya que “existen diferentes escenarios a través de los cuales podemos relacionarnos como comunidad científica con la sociedad y los aparatos gubernamentales”.
Existen escenarios donde la comunicación de riesgos es más compleja porque no sólo involucra polémicas entre la comunidad científica, el gobierno y la población sujeta a riesgos, sino que además existen controversias y polémicas entre la misma comunidad científica.
En estos casos la tarea del comunicador de riesgos se dificulta porque debe tomar en cuenta otras herramientas técnicas y conceptuales para comunicar el riesgo. Y es cuando la filosofía de la ciencia se vuelve una herramienta útil para el análisis de las ciencias de riesgos en tres ámbitos: la aclaración terminológica, el análisis de argumentos y la identificación de valores (de los científicos y de la población expuesta a riesgos).
Teoría de las controversias
Marco Miramontes ha centrado su investigación en el análisis de argumentos para identificar aquellos principios involucrados dentro de la gestión y la comunicación del riesgo. Y desde la filosofía identificar cuál es el papel de las controversias. Este interés lo ha llevado a revisar el trabajo de diversos autores que han investigado sobre el tema como Karl Popper, Alasdair MacIntyre, Larry Laudan, Marcelo Dascal y Oscar Nudler.
De acuerdo con el universitario, en Latinoamérica es relevante la propuesta de Marcelo Dascal con su teoría de las controversias en donde señala que la historia de la ciencia se manifiesta a través de una serie de controversias y, por tanto, no son anomalías sino el estado natural de la ciencia.
En su teoría, Dascal propone tres categorías de las polémicas: discusiones, disputas y controversias. Miramontes refiere que la discusión gira en torno a un tema delimitado, con un marco conceptual y teórico compartido, que se desarrolla entre científicos y pensadores de una misma tradición. En esta categoría pueden existir ciertos acuerdos y resoluciones.
En la disputa los contendientes no aceptan que su definición sea equivocada; sus marcos teóricos son completamente distintos; existen diferencias muy marcadas y no comparten procedimientos de solución; a diferencia de las discusiones, en las disputas es difícil llegar a un acuerdo y sólo se disuelven.
Mientras que las controversias son un estado intermedio entre las discusiones y las disputas, que inician con un problema específico, expandiéndose a otros, revelando divergencias profundas; en esta categoría a pesar de las diferencias entre los involucrados y que no compartan marcos teóricos, la acumulación de argumentos incrementa el peso de una de las posiciones; y al final “las controversias no se solucionan ni se disuelven, se resuelven”.
Pero ¿cómo articular esta teoría de las controversias a los problemas de la gestión del riesgo de desastre? Miramontes precisó que el Modelo de Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología Informacional sólo permiten el desarrollo de dos tipos de polémicas: discusiones y disputas.
Y a partir de esto, existe una pertinencia de la aplicación de la teoría de Dascal para el análisis de polémicas en torno a la gestión y comunicación de riesgos en dos dimensiones: una metodológica y otra conceptual. Dentro de la pertenencia metodológica se incluye la validez como un recurso interpretativo para reconstruir el perfil de las polémicas presentadas, además de que es posible identificar el tipo de filosofía de la ciencia que opera detrás de ciertos sistemas de gestión de riesgo de desastres.
En tanto, la pertenencia conceptual permite reconocer las controversias no como anomalías sino como algo recurrente e incluso fundamental en el desarrollo de prácticas científicas y sociales, sobre todo para las prácticas de la gestión de riesgos. Y por ello, “el modelo de Dascal nos invita no sólo a darle la vuelta a la controversia sino a incitarla”.
El académico comentó que esta nueva perspectiva de la gestión de riesgo de desastres se aplicó en la consulta pública Cuéntame tu riesgo, con el objetivo de descubrir si había alguna conexión entre la oferta académica, los productos para la gestión del riesgo de desastre (como los atlas de riesgo) y las necesidades informativas de los ciudadanos a través de una campaña para conocer sus opiniones.
Este proyecto es un ejemplo de cómo a partir de la teoría de las controversias y al comprender a la comunicación del riesgo como un ámbito controversial, es posible gestionar y direccionar nuevos estudios sobre la gestión del riesgo de desastre en el país.