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Cada año la organización Freedom House, dedicada a la expansión de la libertad y la democracia en el mundo, realiza una evaluación sobre la democracia a nivel mundial y divide a los países en tres categorías: libres, casi libres y no libres. Así como esta organización existen otras que llevan a cabo estas evaluaciones bajo diferentes conceptos de la democracia. 

Daniel Abreu Azevedo, quien realizó una estancia posdoctoral en el Instituto de Geografía (IGg) y es profesor del Colegio Pedro II Río de Janeiro en Brasil, señala que existen diferentes expresiones de evaluación de la democracia a partir de distintos conceptos. Por un lado, una idea minimalista de la democracia liderada por personajes como Joseph Schumpeter, Carl Schmitt y Max Weber. Y una idea maximalista propuesta por teóricos de la democracia participativa.

El investigador explica que la idea minimalista de la democracia se resume a los procesos electorales, en donde "es democrático o no si hay libres y buenas elecciones". A través de la ciencia política desde hace aproximadamente 30 años se desarrolló el concepto de democracia participativa, que considera democrático cuando existen más vínculos entre los ciudadanos y el Estado.

Abreu destaca que existe una creencia con respecto a que la democracia se resume a cuestiones electorales, e incluso es vista como un fenómeno político nacional, "como si la democracia fuera un fenómeno de escala nacional".

¿Cómo evaluar la democracia y sus procesos?

Y ante el cuestionamiento de cómo crear un método de evaluación de la democracia a partir de la geografía, Abreu Azevedo precisa que se requieren de más vínculos entre los ciudadanos y el Estado para la toma de decisiones políticas. Y señala que existen diferentes geógrafos políticos que trabajan en el tema. Para su investigación retomó al científico político Norberto Bobbio, quien decía que para conocer si ha habido un desarrollo de la democracia en un país debe buscarse no el número de los que tienen el derecho de participar en las decisiones que le conciernen, sino en los espacios donde pueden ejercer este derecho.

A partir de esta premisa, el investigador llegó a la conclusión de que el espacio político es ideal para tratar los valores de la evaluación de la democracia (participación, economía, control de poder político, legitimidad representativa, derechos civiles y políticos). Sin embargo, el problema era definir el propio concepto de espacio político y cambiar la idea tradicional de la geografía del espacio político visto como un sinónimo de territorio nacional. 

Destacó que hay una diferenciación espacial de la democracia debido a la existencia de diferentes espacios políticos que funcionan de manera distinta; y por tanto, "hay diferencias de democracia en todo el país". Para Abreu era necesario el cambio de escalas de análisis a partir de las instituciones de evaluación. "Pensar el espacio político también en su dimensión concreta, seleccionar y calificar los elementos materiales e inmateriales que ayudan al funcionamiento de la democracia". 

En este contexto, el espacio político (espacio-geográfico como forma-contenido) es al mismo tiempo: material, inmaterial e intencional. Se refiere a que el espacio político es material y existe en el mundo; también es inmaterial porque necesita de los valores de la democracia para existir; y es intencional porque son utilizados con una acción específica.

Abreu Azevedo señala que cambiar la materialidad de los espacios políticos es un modo conocido de atacar la democracia, que se manifiesta en acciones como la colocación de banquetas o jardines en espacios públicos utilizados como espacios políticos. 

Para fines de su investigación, una vez definido que el espacio político tiene como características la materialidad, la inmaterialidad y la intencionalidad. También utilizó una tipología para estos espacios políticos a partir de la capacidad de movilización de las personas y de las afectaciones de la agenda política, clasificándolos en: espacios políticos abiertos, espacios políticos limitados y espacios políticos exclusivos.

Los espacios políticos abiertos "son importantes para la democracia porque la disidencia y la protesta necesitan de un ámbito físico en donde escenificarse y encontrar la resonancia social que buscan". Se trata de un espacio con poder simbólico y una influencia política. 

Mientras que los espacios políticos limitados se han estudiado en los últimos 30 años bajo conceptos como cultura política, capital social, gobernanza y comunidad cívica. En este caso se trata de espacios de participación y representación de algunos grupos de la población como asociaciones vecinales, entre otros. 

En la democracia representativa los espacios políticos exclusivos son los que poseen el poder de creación de leyes que afectan a todos, tales como los congresos nacionales y otros recintos políticos utilizados para estos fines.

Construcción de la metodología

Una vez construido el concepto y la tipología el siguiente paso fue crear una metodología de evaluación de la calidad de las democracias, que de acuerdo con el investigador resultó complicado debido a que los datos existentes eran a nivel nacional y no contemplaban otras escalas.

Por ello, Daniel Abreu decidió realizar su investigación desde una visión geográfica para ver las diferencias de la democracia en distintas escalas y tomando como caso de estudio la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México, en donde decidió evaluar escalas diferentes que en general hacen los institutos de evaluación de la democracia. "Ellos buscan hacer la evaluación en escala nacional; pero para la geografía política necesitamos ver la democracia en otras escalas porque sabemos que los fenómenos políticos son escalares".

Y así, la investigación se realizó en la escala de la alcaldía para evaluar: la alcaldía y los concejales (espacio político exclusivo); los comités ciudadanos (espacio político limitado); y el eje Paseo de la Reforma-Zócalo (espacio político abierto). 

El investigador explica que en los últimos 20 años la Ciudad de México sufrió una descentralización en diferentes ámbitos (económico, político y social). En los que se ha dejado de lado la idea del municipio. Y mientras en las escalas políticas mundiales el aspecto local está ligado al municipio, en el caso de México el ámbito local está asociado al estado "porque aquí los municipios no tienen tanta fuerza e importancia como en otros países". 

Y expone que uno de los cambios en la ahora Ciudad de México fueron el decreto de la Ley de Participación Ciudadana de 2004, que llevó a la creación de los comités ciudadanos y el presupuesto participativo. Y la aprobación de la Constitución Política de la Ciudad de México en 2017 y que entró en vigor en 2018, con lo cual se pasó de delegaciones a alcaldías, y se crearon los cargos de alcaldes y concejales.

Abreu señala que estas modificaciones han dado como resultado una nueva escala política de la Ciudad de México: la alcaldía. Para la evaluación de la democracia en su investigación utilizó una triangulación metodológica basada en datos estadísticos y públicos, entrevistas, consulta hemerográfica y trabajo de campo. 

La construcción de la evaluación consideró la creación de preguntas para cada categoría del espacio político (materialidad, inmaterialidad e intencionalidad), que podían responderse con: sí, no, o sí/no pero. A cada dimensión del espacio político podían otorgarse un máximo de cinco puntos, entre mayor era el puntaje significaba mejores condiciones geográficas para la democracia. 

En cuanto a los resultados de la evaluación de las escalas, en el caso del espacio político exclusivo (alcaldía y concejales) es un espacio con una adecuada ubicación para procesos ciudadanos comunes, que cuenta con estrategias espaciales efectivas para la democracia como la silla ciudadana y el comité de seguridad.

Si bien ahora las alcaldías cuentan con autonomía financiera y fiscal, algo que no pasaba cuando eran delegaciones, Abreu expresa que es necesaria la creación de instituciones de equilibrio ya que en el caso de la elección de los concejales es el alcalde quien elige a seis de los 10 concejales (que son los encargados de aprobar el presupuesto o en dado caso investigar casos de corrupción). 

Para el espacio político limitado (los comités ciudadanos) se llegó a la conclusión de que no cuentan con un espacio físico para la realización de asambleas o reuniones. Además de que en la alcaldía Cuauhtémoc la participación es muy baja y sólo 25% de estos comités tienen redes sociales para comunicar las decisiones a la población. 

Mientras que para el espacio político abierto (el eje Paseo de la Reforma-Zócalo), Abreu indica que durante 2018 Cuauhtémoc fue la alcaldía con más violencia urbana. Y subraya que es importante poner atención a los cambios materiales del Zócalo por su papel político, ya que la constante ocupación de este lugar "puede ser un ataque a la materialidad del espacio político y ser peligroso para la democracia". 

Foto: Cortesía Daniel Abreu    

  


Jessica Guzmán Hernández

2019-07-24